Colestasis Intrahepática Del Embarazo, Revisión De Tema.
Intrahepatic cholestasis of pregnancy, Topic Review.
Melissa Peraza Rojas1Jorge Ignacio Borbón Guevara2
1 Médico general. Trabajador independiente, San José Costa Rica.
2 Médico general. Caja costarricense de seugro social, Heredia Costa Rica.
Contacto: meliprojas@gmail.com
RESUMEN
Colestasis intrahepática del embarazo es un trastorno hepático específico del
embarazo que se caracteriza por prurito materno, presentándose generalmente
en el segundo trimestre tardío o tercer trimestre de embarazo con alteración de
las pruebas de función hepática, incluyendo elevación de ácidos biliares séricos.
Los síntomas y signos clínicos se resuelven rápidamente después del parto, sin
embargo, existe riesgo de reaparición en embarazos posteriores. La etiología
de la colestasis intrahepática del embarazo es compleja y no se comprende
completamente; es probable que sea el resultado de los efectos colestásicos de las
hormonas reproductivas y sus metabolitos en mujeres genéticamente susceptibles.
Esta enfermedad se asocia con un mayor riesgo de resultados adversos perinatales;
se ha demostrado que el aumento de los ácidos biliares maternos >40μmol/L se
correlaciona con mayores complicaciones fetales como parto prematuro, tinción
con meconio del líquido amniótico y muerte fetal, aún más cuando los niveles de
ácidos biliares se encuentran por encima de los 100μmol/L.
Cómo citar:
El tratamiento de primera línea es el ácido ursodesoxicólico, sin embargo, su
Peraza Rojas, M., &
evidencia se encuentra en conflicto para demostrar la efectividad y disminución
Borbón Guevara, J. I.
Colestasis Intrahepatica
de efectos adversos, tanto maternos como fetales. El parto temprano electivo es
del Embarazo: Revisión
también una práctica común, pero debe considerarse de forma individualizada ya
de tema. Revista Ciencia
que no hay evidencia sólida que respalde esta práctica. En esta revisión se incluyen:
Y Salud Integrando
Conocimientos, 5(6),
etiología, características clínicas maternas, diagnóstico, complicaciones maternas y
Pág. 7-15. https://
fetales e información de evidencia actualizada sobre los beneficios del manejo en la
doi.org/10.34192/
colestasis intrahepática del embarazo.
cienciaysalud.v5i6.320
Palabras Clave: embarazo, colestasis intrahepática, ácidos biliares, ácido
ursodesoxicolico, complicaciones.
ABSTRACT
18/Ago/2021
Intrahepatic Cholestasis of Pregnancy (ICP) is a liver disorder specific to pregnancy
10/Oct/2021
that is characterized by maternal pruritus, which usually develops in the late second
03/ene/2022
or third trimester of pregnancy, with impaired liver function test (including elevated
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serum bile acids). Clinical signs and symptoms resolve quickly after delivery,
however there is a high risk that the disorder will recur in subsequent pregnancies.
The etiology for ICP is complex and not fully understood, but it is likely the result of
the cholestatic effects of reproductive hormones and their metabolites in genetically
susceptible women. ICP is associated with an increased risk of adverse perinatal
outcomes and the risk of development of sequelae later in life for the mother, such as
hepatobiliary disease. Increases in maternal bile acids >40μmol/L have been shown
to correlate with fetal complications such as premature delivery, meconium staining
of the amniotic fluid, and fetal death; even more so when the levels of bile acids
are above 100μmol/L. The first-line treatment is ursodesoxycholic acid, however,
the evidence is in conflict to demonstrate the effectiveness and reduction of both
maternal and fetal adverse effects. Elective early delivery is also a common practice
but must be performed on an individual basis as there is no strong evidence to
support the practice. This review includes etiology, maternal clinical characteristics,
diagnosis, maternal and fetal complications and information from the updated
evidence on benefits of current management in ICP.
Keywords: pregnancy, intrahepatic cholestasis, bile acids, ursodeoxycholic acid,
complications.
INTRODUCCIÓN
La colestasis intrahepática del embarazo (CIE) es la enfermedad hepática más común específica de embarazo.
Su etiología es multifactorial y compleja. Suele haber predisposición genética, relación con hormonas
gestacionales y afectación por otros factores ambientales, varía además según su etnia y localización
geográfica, con una incidencia de 0.2 a 2% en todos los embarazos (1,2,3). Presenta característicamente
prurito palmo plantar, función hepática alterada y elevación de los niveles de ácidos biliares en ausencia
de otras patologías (1,2). Se presenta típicamente en el segundo trimestre tardío o tercer trimestre de
embarazo y generalmente se resuelve poco después del parto (1,2). La CIE presenta principalmente riesgos
para el feto, en comparación con el pronóstico favorable para la madre con resolución posterior al parto;
sin embargo, se acumula evidencia sobre posibles secuelas posteriores en la vida (2).
Se pretende abarcar con esta revisión la etiología con mayores estudios, diagnóstico y evidencias de
tratamiento, así como las complicaciones tanto maternas y fetales para un manejo más oportuno de las
pacientes y prevención de posibles complicaciones.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para la elaboración de esta revisión, se consultó un total de 16 artículos entre 2016 y 2020 según la fecha
de publicación, utilizando bases de datos como Pubmed y Elsevier principalmente. La búsqueda se enfocó
en encontrar las generalidades del tema y la evidencia de las recientes actualizaciones. Se utilizaron para
la búsqueda términos como: colestasis intrahepática, embarazo, marcadores bioquímicos, ácidos biliares,
ácido ursodesoxicólico, complicaciones maternas, complicaciones fetales, manejo. Se utilizaron artículos
tanto en inglés como español que resultaron apropiados para el desarrollo de esta revisión.
ETIOLOGÍA GENÉTICA:
La etiología de CIE es multifactorial y compleja, con contribución genética, hormonal y ambiental. La
agrupación familiar, la distribución geográfica desigual y las tasas de recurrencia de hasta un 90% son
evidencia de que la susceptibilidad genética juega un papel importante en el desarrollo de la enfermedad
(4,5). Los genes que afectan el transporte biliar y los niveles de ácidos biliares intracelulares tienen un
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rol en el desarrollo de la CIE. Defectos genéticos en por lo menos 6 transportadores canaliculares se han
encontrado asociados (6,7). La mayoría de la información relacionada con CIE viene de las investigaciones de
la Colestasis Intrahepática Familiar Progresiva (PFIC, por sus siglas en inglés), en donde se han identificado
mutaciones en los genes ATP8B1, ABCB11, y ABCB4 causantes de PFIC 1, 2 y 3 respectivamente (2,5).
Las variaciones genéticas en estos genes podrían implicar polimorfismos heterocigotos u homocigotos
localizados en diferentes puntos y causar un espectro de enfermedades que producen un estancamiento
en el flujo de la bilis en los hepatocitos, con retención de sus componentes, y dan como resultado una
acumulación compensatoria con niveles anormales de ácidos biliares en sangre periférica, como en el
caso de CIE (2,4,5). Dentro de los transportadores canaliculares más estudiados se mencionan: ATP8B1,
su defecto funcional es la excreción anormal de aminofosfolípidos, con regulación negativa del Receptor
Farsenoide X (FXR, por sus siglas en inglés), los estudios sugieren un posible papel de estas mutaciones
en casos limitados de CIE (2,6). ABCB11(BSEP) es el transportador hepático específico de alta afinidad
responsable de la exportación de ácidos biliares conjugados dentro de los canalículos, su defecto causa
secreción anormal de ácidos biliares (5,6). ABCB4 (MDR3) es un transportador responsable del flujo de bilis
dependiente de sales biliares, su mutación causa un defecto en la fosfatidilcolina flipasa, causando bajos
niveles de fosfolípidos en la bilis. Su mutación se ha encontrado en hasta el 15% de los casos de CIE (1,6).
NR1H4 (FXR) es el sensor principal de ácidos biliares que protege el hígado de la toxicidad de los ácidos
biliares mediante la regulación de genes de transcripción. Su defecto afecta la homeostasis de BSEP y
MDR3. Las variaciones genéticas del FXR han estado con menor frecuencia relacionados con CIE (2,5,6).
ABCC2 se ha encontrado como posible causante de CIE en poblaciones de América del Sur; sin embargo,
no se ha podido replicar en otros estudios de cohorte más grandes en Europa (2).
ETIOLOGÍA HORMONAL:
Hay evidencia de que las hormonas reproductivas como el estrógeno y la progesterona están involucradas
en la patogénesis de la CIE. Los niveles de estrógeno y progesterona están en sus niveles más altos durante
el tercer trimestre, cuando la enfermedad generalmente se manifiesta. Los estrógenos pueden causar un
efecto colestásico, disminuyen el consumo de ácidos biliares por los hepatocitos, disminuyendo así su
flujo normal. También se ha demostrado que los metabolitos de la progesterona contribuyen a la etiología,
estos son agonistas parciales del receptor principal de ácidos biliares (FXR), produciendo una inhibición
competitiva de la captación de los ácidos biliares y alterando el flujo de salida (1,2,5,8,9).
FACTORES AMIENTALES:
Se han reportado mayores casos de CIE en los meses de invierno. También se han sugerido otros factores
externos como bajos niveles de selenio y concentraciones bajas de Vitamina D que puedan tener un rol
potencial en la patogénesis de CIE. Sin embargo, el rol estos factores en la patogenia es algo que todavía
debe definirse mejor (6,10).
FACTORES DE RIESGO:
Tener un ambiente alto en el nivel de hormonas gestacionales se ha visto relacionado con un mayor riesgo
de desencadenar CIE en pacientes genéticamente susceptibles. Por lo que se consideran factores de riesgo
a la edad gestacional avanzada y embarazos múltiples. Por otro lado, se han reportado casos de CIE en la
hiperestimulación ovárica en tratamientos de fertilidad debido a la elevación de los estrógenos, que han
inclusive desencadenado la enfermedad en edades gestacionales tan tempranas como a la semana ocho de
gestación. También se han visto mayores tasas de CIE en pacientes a quienes se les ha indicado progesterona
como tratamiento de prevención para partos prematuros (1,8). Además de los efectos hormonales, se han
propuesto como factores de riesgo la edad materna mayor a 35 años, la historia de colestasis secundaria al
uso de anticonceptivos hormonales, pacientes con hepatitis C, colelitiasis y otras enfermedades hepáticas
preexistentes (4,6).
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS MATERNAS:
La mayoría de las pacientes reporta el prurito como el síntoma más común, de inicio generalmente en el
segundo trimestre tardío o tercer trimestre de gestación y resolviendo entre horas a días posterior al parto
(10). El inicio de prurito puede preceder la elevación en ácidos biliares en hasta 3 semanas, por lo que la
patología se debería de considerar en cualquier mujer embarazada con prurito de reciente aparición (6,10).
Frecuentemente afecta las palmas y las plantas de los pies, sin embargo, puede generalizarse a medida
que la enfermedad progresa e involucra extremidades, glúteos y abdomen. No hay lesión dermatológica
específica, pero como resultado de rascado puede llevar de excoriación menor hasta lesiones más severas
(6). Se ha reportado que empeora por las noches y a como avanza la edad gestacional, puede ser tan
intenso que provoque inclusive insomnio y estrés psicológico (10). Ictericia puede ocurrir de forma leve en
10-15% de los casos. Esteatorrea también puede ocurrir en forma leve secundario a malabsorción de grasas
(6,10,11). Otros síntomas incluyen dolor en cuadrante superior derecho, náuseas y pobre apetito (10).
DIAGNÓSTICO:
La CIE es un diagnóstico de exclusión que se realiza mediante valoración clínica y pruebas de laboratorio.
Los niveles de ácidos biliares son el marcador más sensible y específico para el diagnóstico de CIE. Se
recomienda además realizar una ecografía para descartar colelitiasis u otras enfermedades hepatobiliares
preexistentes (3,11,12). La mayoría de los estudios que evalúan la CIE ha utilizado valores de corte para
los ácidos biliares que van desde 10 a 14 μmol/L como anormales (9), con aumento de niveles de ácido
cólico y disminución de los niveles de ácido quenodesoxicólico, utilizándose el promedio de ácido cólico/
ácido quenodesoxicólico (CA/CDCA, por sus siglas en inglés) como mejor marcador que los ácidos biliares
totales (10,11). Las transaminasas (AST y ALT) también suelen estar elevadas en la CIE en un 20-60% de las
pacientes con un rango que puede variar ampliamente. ALT es más sensible que AST y puede aumentar en
2 a 30 veces (9,13). A pesar de los niveles aumentados de transaminasas, la GGT es generalmente normal,
o podría estar alterada en un 10% de los casos acompañada de una mayor alteración de las pruebas de
función hepática (6). También hay un aumento leve en los niveles de bilirrubina sérica, hasta en un 10%
de las mujeres con CIE. La fosfatasa alcalina también suele estar elevada, aunque esto no es un hallazgo
específico (6,9).
Para el diagnóstico, por otro lado, los metabolitos de la progesterona podrían potencialmente ser utilizados
como biomarcadores predictivos tempranos de la enfermedad. Estos metabolitos están aumentados en
embarazos normales, pero aumentan aún más en CIE. Resultados de estudios han demostrado que los
metabolitos sulfatados de la progesterona PM2DiS, PM3S y PM3DiS son pronóstico de CIE, ya que sus
concentraciones están elevadas en etapas tempranas del embarazo, previo a elevación de ácidos biliares
y cuando las pacientes se encuentran aún asintomáticas; además los metabolitos PM2DiS, PM3DiS y
autotaxina en conjunto podrían diferenciar entre las mujeres que ya presentan prurito y que posteriormente
desarrollarían CIE, en comparación con las pacientes que presentaban solamente prurito gestacional, previo
a la elevación de ácidos biliares (8).
Además, según la Guía Clínica de la Colestasis Intrahepática Gestacional realizada por centros de salud y
universidades en España y Argentina en el 2016, se puede clasificar a las pacientes con CIE por riesgo de
severidad:
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Tabla1. Clasificación por niveles de riesgo de CIE según criterios bioquímicos o antecedentes de la paciente.
Niveles De Riesgo
Criterios Clínicos
ABs =>40 μmol/l y/o enzimas hepáticas (AST y ALT)
Alto Riesgo
elevadas el doble o más del valor de referencia del
laboratorio.
ABs entre 20 y 39 μmol/l y/o enzimas hepáticas elevadas
Moderado Riesgo
menos del doble del valor de corte control.
Bajo riesgo
ABs 11 - 19μmol/l con perfil hepático normal.
Independientemente de sus valores bioquímicos, serán
consideradas en esta categoría aquellas pacientes con:
-Antecedentes personales o familiares de CIG en
Categoría especial
embarazos previos.
-Antecedentes de fetos muertos con o sin diagnóstico
preciso de CIG
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL:
EL diagnóstico diferencial incluye otras causas de prurito específicas y no específicas del embarazo como
enfermedades dermatológicas, algún tipo de daño hepático específico del embarazo, enfermedad hepática
preexistente o coincidente con el embarazo (6,8).
Según estudios, realizar cribado de serologías virales (hepatitis A, hepatitis B, hepatitis C, hepatitis D, CMV,
HSV, EBV) para diagnóstico diferencial de CIE se debería realizar únicamente en casos de presentación
clínica atípica, resistencia al tratamiento o persistencia de alteraciones de las pruebas de función hepática
en el posparto, ya que no se encontró beneficio en realizar estas pruebas para todas las pacientes con
sospecha de CIE (3,4).
TRATAMIENTO:
El ácido ursodesoxicólico (UDCA, por sus siglas en inglés), también conocido como ursodiol, es un ácido
biliar terciario que en condiciones endógenas se encuentra en un 3% de las reservas totales de ácidos
biliares, su uso exógeno crónico puede llegar a consistir en hasta el 50% de la reserva total de los ácidos
biliares (10). Su efecto en general consiste en disminuir los niveles de ácidos biliares primarios y normalizar
la proporción de ácido cólico y ácido quenodesoxicólico, y así inhibir la apoptosis de hepatocitos y proteger
las células lesionadas contra los efectos tóxicos de los ácidos biliares endógenos, además de reducir los
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niveles de los ácidos biliares en otros compartimentos como líquido amniótico y sangre del cordón umbilical
(9,10,12). El tratamiento con UDCA se ha recomendado como tratamiento de primera línea por 6 guías
nacionales alrededor del mundo (4). En un meta-análisis realizado por Kong y colaboradores y según otros
estudios previos, se apoya que el tratamiento con UDCA en pacientes con CIE es beneficioso para la madre,
siendo seguro y eficaz para mejorar síntomas como prurito (4,10,13). Además, evidenciaron que puede
mejorar resultados fetales como: parto prematuro, admisiones a la UCI neonatal y síndrome de dificultad
respiratorio neonatal, sin embargo, los datos que apoyan estos últimos son limitados (10). La dosis de inicio
de UDCA varía según los estudios; se estipula en general que la dosis es de 10-15 mg/kg/d como necesario
para iniciar el tratamiento dividido en dos a tres dosis diarias (9). Es importante destacar que los estudios
más recientes ponen en conflicto los estudios previos al comprobar la evidencia del efecto de UDCA sobre
los síntomas maternos y fetales. Se evidenció en el 2019 en el ensayo PITCHES realizado por Chappel y
colaboradores que el UCDA no tiene beneficio sobre mujeres con CIE. No se encontraron reducciones
significativas en la concentración de ácidos biliares totales, debido a las concentraciones séricas elevadas
del fármaco; y destacan que los síntomas maternos se reducen a una escala limitada (12,14). Además, se
sugiere que la falta de evidencia in vivo del beneficio debería excluir el uso clínico rutinario del ácido
ursodesoxicólico en todas las pacientes, incluso en ausencia de daño (12). Por tanto, la interpretación de
las concentraciones de ácidos biliares en la práctica clínica y en los estudios es compleja (14). Con respecto
a los resultados fetales con el uso de UDCA, en el ensayo PITCHES se evidenció que este tratamiento
tampoco redujo significativamente el riesgo del resultado primario, el cual era una combinación de muerte
perinatal, parto prematuro o ingreso a la unidad neonatal (10,12,14).
Dexametasona también ha sido evaluado para el tratamiento, sin embargo, no existe suficiente apoyo de
este manejo. Además, existe la preocupación de exponer de forma repetida de manera prenatal al feto (10),
por lo que se ha recomendado solo para maduración pulmonar fetal, no para el tratamiento de CIE (4).
Rifampicina se ha utilizado como tratamiento efectivo de segunda línea en la población obstétrica, o como
tratamiento combinado con UDCA ya que se propone que aumenta potencialmente su eficacia en casos de
CIE grave que no responde a tratamiento individual (4,6,10).
Vitamina K también se ha considerado para administración a dosis de 10mg en riesgo de hemorragia
posparto, en casos de esteatorrea que conduce a aumento en el tiempo de protrombina (PT), sin embargo,
hay evidencia limitada con respecto a su uso como profilaxis del riesgo teórico de hemorragia posparto,
en ausencia de PT alargado (4,10,12). Otros medicamentos se han analizado que podrían disminuir la
sintomatología como colestiramina, S-Adenosyl-L-methionine, carbón activado, entre otros. A pesar de
todo, no tienen suficiente evidencia como tratamiento de CIE (4,10). También se puede considerar el uso
de compresas frías, antihistamínicos, cremas acuosas con mentol al 2% para el alivio de los síntomas (9).
RESULTADOS MATERNOS:
Esta patología suele tener resolución de los síntomas y anormalidades de laboratorio de horas a varios
días posterior al parto. Sin embargo, se ha evidenciado que el antecedente de CIE puede influir en que
las pacientes desarrollen a futuro enfermedades hepatobiliares, además de una mayor susceptibilidad al
cáncer hepatobiliar, enfermedad inmunológica y enfermedad cardiovascular (4,9).
Tiene una recurrencia de 45 hasta un 90% en algunos casos y suele presentarse de forma más temprana
y severa que los embarazos previos, por lo que las mujeres deberían ser informadas sobre este riesgo
(4,9,10). Estas pacientes además deben ser aconsejadas sobre las opciones de métodos anticonceptivos.
Se recomiendan anticonceptivos orales de solamente estrógeno o progesterona en bajas dosis. Los
anticonceptivos hormonales combinados no están contraindicados; sin embargo, los de tipo combinado en
altas dosis podrían desencadenar colestasis en hasta en un 14% de mujeres, por lo que es importante informar
sobre este riesgo y que en caso de presentar prurito se recomendaría cambio de tipo de anticonceptivo
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(4,9). Los métodos de anticoncepción de solo progesterona (como la pastilla o el dispositivo intrauterino
de levonorgestrel) o el dispositivo intrauterino de cobre se catalogan como clase 1 (sin restricción) por lo
que se consideran de primera línea para las pacientes con antecedente de CIE (9).
RESULTADOS FETALES:
A diferencia de los favorables resultados maternos durante el embarazo, el feto se encuentra con un mayor
riesgo de complicaciones incluyendo parto prematuro, tinción de meconio en el liquido amniótico, hipoxia
y muerte fetal (12).
El gradiente de ácidos biliares materno-fetales se invierte en la CIE debido a la alta concentración de
ácidos biliares en la circulación materna. Por lo que los estudios concuerdan que el riesgo principal para las
complicaciones fetales es el nivel de ácidos biliares en sangre, principalmente >40 μmol/L (15). Y que el
riesgo de muerte fetal aumenta con concentraciones de ácidos biliares >100μmol/L (14,15).
No se ha demostrado ningún método de monitorización fetal para predecir riesgos de resultados perinatales
adversos, ni para reducir el riesgo de muerte fetal. Esto puede deberse al hecho de que el evento anóxico
puede ser agudo en lugar de crónico. A pesar de la falta de evidencia con respecto al beneficio fetal de las
pruebas prenatales, todavía se realiza comúnmente en mujeres con CIE (16). La evaluación del bienestar
fetal actualmente consiste en la monitorización de los movimientos fetales, cardiotocografía y ecografías
fetales (12). En casos seleccionados, el estudio Doppler de la arteria umbilical podría tener algún valor
en reconocer el riesgo específico del compromiso fetal en embarazos complicados con CIE, pero no se
ha recomendado formalmente ya que no se han encontrado diferencias significativas con resultados de
embarazos normales. Con estas pruebas, por desdicha, no se ha encontrado suficiente evidencia que apoye
cuál debería ser el estudio apropiado a realizar, duración ni frecuencia para un beneficio comprobado (4,6).
Es probable que la única intervención que afecte los resultados perinatales adversos sea el parto planificado
adecuadamente (14). Adicionalmente, estudios previos han informado una asociación de comorbilidades
maternas (como preeclampsia y diabetes gestacional) con muerte fetal en mujeres con CIE y ácidos biliares
mayores a 40μmol/L, al ser factores aditivos de riesgo (14,17).
MOMENTO DEL PARTO:
Las estrategias de monitoreo fetal prenatal no han demostrado ser efectivas, lo que da como resultado
una variación sustancial en el momento del parto debido a los intentos de equilibrar los riesgos de muerte
fetal con las complicaciones neonatales e infantiles del parto prematuro. El parto temprano electivo se ha
implementado ampliamente en la CIE; esto debe realizarse mediante valoración integral de la paciente,
donde se incluyen: exacerbación de los síntomas maternos, parámetros bioquímicos, edad gestacional,
antecedente obstétrico (9,10,12,16). El manejo óptimo parece consistir en inducir el parto a la semana 36-37
de gestación, particularmente en casos de niveles de ácidos biliares >40 μmol/L, cuando mayores tasas de
complicaciones se han reportado (4,9,12). Parto vaginal versus cesárea se debe considerar dependiendo de
las indicaciones obstétricas (12).
CONCLUSIÓN
La colestasis intrahepática del embarazo es un trastorno hepático asociado al embarazo, con una incidencia
del 0,2 al 2% de todos los embarazos. Los factores genéticos, hormonales y ambientales se toman en
cuenta en la patogenia del trastorno, pero el mecanismo responsable no se ha dilucidado por completo.
Clínicamente presenta prurito característico generalmente en etapas tardías del embarazo. Su alteración
bioquímica principal es la elevación de ácidos biliares en suero materno y alteración de transaminasas, las
cuales se suelen resolver posterior al parto. Se ha demostrado asociación entre niveles más altos de ácidos
biliares en suero materno y mayores tasas de complicaciones fetales, en especial cuando los niveles de
ácidos biliares se encuentran mayor a 40 μmol/L, estos riesgos incluyen: parto prematuro, líquido amniótico
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teñido con meconio, sufrimiento fetal, síndrome de dificultad respiratoria y muerte fetal intrauterina;
observándose este último resultado con más frecuencia asociado con niveles por encima de 100 μmol/L,
aunque se han visto casos con niveles menores a diferentes edades gestacionales; de aquí la importancia
del seguimiento clínico y bioquímico de las pacientes durante todo el embarazo para considerar estos
riesgos. El pilar terapéutico consiste en reducción de síntomas maternos y disminución de complicaciones
fetales, por lo que se ha utilizado el ácido ursodesoxicólico como tratamiento de primera línea. Sin embargo,
a pesar de los estudios, la evidencia sigue siendo limitada sobre beneficios tanto maternos como fetales.
Las mujeres diagnosticadas con CIE deben ser asesoradas sobre riesgos relacionados con el embarazo,
así como potencial recurrencia en embarazos posteriores y de enfermedad hepatobiliar más adelante en
la vida. Debido a la falta de evidencia y concordancia de las diferentes guías y estudios para diagnosticar,
tratar y prevenir complicaciones en la CIE, es de suma importancia que el personal de salud conozca sobre
la patología, para poder tomar decisiones informadas de manera individual en cada paciente, para beneficio
de la madre y el feto. Se espera que se realicen a futuro más estudios e investigaciones para comprender
mejor como abordar esta patología.
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